La frase del momento

"Si hay algo que he aprendido, es que la piedad es más inteligente que el odio, que la misericordia es preferible aún a la justicia misma, que si uno va por el mundo con mirada amistosa, uno hace buenos amigos."
Philip Gibb

miércoles, 31 de diciembre de 2014

Gracias 2014

He estado a punto de no hacerlo, pero algo dentro de mí me lo pide. Hablo de lo que todos los años, o de lo que todos los fines de año: el balance de cuentas de mi empresa más importante, yo mismo. Y, chicos, sé que mirar hacia atrás para ver objetivos cumplidos o no cumplidos es algo bueno, como ser realista en el planteamiento de objetivos nuevos, pero muy por encima de eso es tener la suficiente sabiduría como para valorar qué hemos aprendido y sentirnos agradecidos por lo que tenemos. Así que si no has perdido ese peso que crees que te sobraba, ni ganado los músculos que pretendías, ni acabado con esa carrera que te hastía, ni encontrado pareja, ni aprendido a bailar sevillanas como te propusiste, si todavía no tienes el nivel de guitarra que pretendías o, incluso, si sigues sin trabajo: TRANQUILO, no pasa nada. Aprende a confiar en la vida y sigue luchando por cumplir tus objetivos, pero nunca decaigas ni te martirices.

Para mí las navidades dejaron de ser esa época de felicidad y calor hace mucho tiempo, aunque a decir verdad ya el año pasado empecé a verlas de modo diferente. Ya no había esa sensación de opresión en el pecho, ni esa eterna nostalgia que me invadía. Este año simplemente sigo siendo yo en navidad y sólo con eso ya me siento afortunado. Al igual que también siento fortuna estando, como estoy, rodeado de grandes personas. Además el 2014 me ha regalado nuevas personas que no conocía y me ha permitido conocer mejor a muchas otras. También he cumplido muchos de los objetivos que me propuse y he descubierto que muchos otros no eran tan vitales como creía. Hablar de ellos es un poco irrelevante, puesto que la mayoría de los cambios son internos, y también los más importantes: lo de obtener permisos de conducir o títulos universitarios a veces está sobrevalorado, eso sí, que no me los quiten.

Pero no es que todo sea bueno, ni mucho menos, el 2014 me sigue poniendo a prueba, a veces sin mucha tregua. Sigo esforzándome, sigo luchando y sigo tropezando, y cayendo y levantándome... en fin...  sigo creciendo... y lo hago muy a menudo sin ser del todo consciente, supongo que como todos. Así que mi único deseo para el 2015 es precisamente ese: sigue siendo tan igual y tan diferente, sigue como debas seguir (y ayúdame a entenderlo), guárdame la fortuna del 2014 al permitir que siga resistiendo todos los reveses que tengan que venir, ayúdame a seguir confiando en aquellos que merecen confianza y nunca dejes que pierda un ápice de esperanza. Tampoco dejes que me pierda demasiado, ni demasiado poco. Permíteme descanso, pero no dejes que el ocio se instale muchísimo tiempo.  Tampóco dejes que me estanque demasiado ni que se instale en mí la cobardía, ni que pierda la filosofía en la visión. Y que mi corazón siga tan fuerte como hasta ahora, y que nunca confunda fortaleza con tiranía. Si vas a cerrar alguna puerta, asegúrate de abrirme otra en su lugar y procura no nublar mi mente con demasiadas cosas superficiales, trata de recuérdame qué tiene valor en la vida, pero no seas brusco en las formas. Confío en ti y quiero seguir confiando en todos los años que te siguen.  Y a ti 2014: gracias.

jueves, 11 de diciembre de 2014

Esa sombra

A la espera de que se me ocurra algo mejor acabo darle a este texto el título de "Esa sombra", ciertamente no me siento cómodo dándole título a algo que parece escrito por otra persona, por una persona que se marchó hace tiempo, un adolescente de 16 años que en su momento no quiso dar nombre a la mayoría de cosas que escribía, supongo que porque nunca pensó que nadie las vería; pero ese alguién se marchó hace mucho tiempo dejándome los derechos de autor, su mérito y sus palabras, palabras que sin duda y sobre muchas otras parecen verdaderamente talladas a puñal, ¿estaré perdiendo mi toque?

Esa sombra

Tarde de un lluvioso día. Un abatido joven aprieta el paso buscando el leve refugio que una parada de bus puede ofrecer. Las calles son ahora un páramo desértico, está solo, aunque no mucho más que cualquier otro día, piensa. Al fin llega a su destino, empapado, y encogido por el frío, espera. El tiempo pasa más lento de lo normal cuando nos encontramos en una situación incómoda, los minutos parecen horas ante ese paisaje gris e invariable de aquella ciudad vacia, en la que sólo algunas personas, corriendo en la lejanía, rompen la abrumadora marcha que impone el sonido de la lluvia. Aquel joven de mirada tímida y frágil rostro acepta aquella espera con total sumisión, como siempre, siempre esperando una tregua, un momento de paz, aquel momento en el que dejara de sentirse pequeño, ese momento en el que se librara de la carga que supone ser siempre lo mismo: ese pobre fracasado precipitándose al vacío, una sombra insignificante llena de miedo... tan sólo el mismo idiota, un torpe inseguro esclavo de una mente perdida y de un corazón contuso.

Por fin llegó aquel bus tan lleno de historias, personas de aquí y de allá, siempre recelosas unas de otras, pues acostumbraban a sentarse lo más lejos posible del resto de ocupantes. El joven hizo lo propio y ocupó el asiento que da a la ventanilla de la última fila, nadie lo vería allí, nadie prestaría atención a las lágrimas resbalando por su rostro, golpeando en sus mejillas, lágrimas cercanas no tanto a la tristeza como al más profundo abismo de la desesperación.- ¿Sería así siempre?- se preguntaba mientras contenía la respiración, chirriando los dientes, apretando sus puños mientras sentía como las uñas se clavaban en la palma de sus manos. Estaba... está solo...