La frase del momento

"Si hay algo que he aprendido, es que la piedad es más inteligente que el odio, que la misericordia es preferible aún a la justicia misma, que si uno va por el mundo con mirada amistosa, uno hace buenos amigos."
Philip Gibb

sábado, 22 de junio de 2013

¿Sabéis eso que ahora hace la gente de subir una foto de un antes y un después con munchos muchos años de diferencia? Mismo lugar, misma pose, misma ropa..., pues yo quiero hacer lo mismo con esta foto:

miércoles, 19 de junio de 2013

Sé tu mismo. Todos los demás ya están ocupados.

Oscar Wilde

jueves, 13 de junio de 2013

De fabulas...

Vuelvo a este rincón de pensar que nunca me pareció una obligación, sino una posada en medio de una gran y fuerte tempestad, para contar que no eres tú, soy yo, el que por motivos que no llego a comprender te mantengo olvidado, como casi todo lo que antes hacía y que sospecho que debo volver a hacer. Muchas novedades, algunas buenas, otras menos buenas: este año no ha empezado como el pasado... desgraciadamente. Así que compartiré una gran fábula de Jean La Fontaine, llamada El roble y el junco:
 
Cuentan que una vez crecieron juntos un junco y un roble. Al cabo del tiempo el roble se hizo un enorme y engreído árbol que menospreciaba al junco burlándose de esta manera:
Qué pequeño y débil eres! Ni siquiera tienes ramas y tu tronco no aguantaría ni un cuarto de kilo
 
— Yo, sin embargo, soy grande, tengo poderosas ramas y mi tronco es mil veces más robusto que el tuyo. No sé ni siquiera por qué te hablo.
 
El junco ni se inmutaba ante tales palabras, mas se entristecía de que su compañero, el roble, estuviese tan pagado de sí mismo.
 
Un día un tornado arrasó la comarca y mientras que el roble se oponía a la virulencia del aire con todo su vigor, el junco se plegaba. Tan fuerte era el tornado, que terminó arrancando el roble.  
Cuando llegó la calma, el junco se mantenía en pie porqué no se opuso frontalmente a la enorme fuerza que les atacaba, sino que la supo eludir, mientras que el roble cayó por creerse invulnerable, terminando por convertirse en leña para los leñadores. Al verlo el junco se decía:
Tanta vanidad y soberbia ¿de qué te han servido? Tu inflexibilidad ante el tornado te ha llevado a tu propia caída.
Este mundo se mueve demasiado rápido y si no nos movemos con él, puede que esa fuerza nos arrastre hasta caer, así que incluso me atrevería a decir que mejor que un junco son una de esas rosas de Jericó, que vagan por el mundo esperando su oportunidad para abrirse, sin encadenarse a nada, libres, renaciendo cuantas veces sean necesarias. Debemos asumir el miedo y seguir caminando, nunca estaremos perdidos si tenemos claro quienes somos. Un gran abrazo.