La frase del momento

"Si hay algo que he aprendido, es que la piedad es más inteligente que el odio, que la misericordia es preferible aún a la justicia misma, que si uno va por el mundo con mirada amistosa, uno hace buenos amigos."
Philip Gibb

lunes, 24 de diciembre de 2012

La Navidad me pone triste...

La gente no se imagina hasta que punto. Así que haré lo que otros años: tratar de vivirla de la forma más decorosa posible, sonriendo cada vez que me feliciten, y tratando con ello de no parecer "el Grinch". Algún día crearé uno de esos absurdos manuales de supervivencia en plan "Cómo afrontar la Navidad sin morir en el intento", sí, y en él mostraré todos mis trucos para hacerla lo más llevadera posible, para intentar no aguarle la fiesta a nadie, porque uno se siente tremendamente miserable cuando algo así ocurre.

Mi pobrecito móvil
Por cierto, ya no tengo móvil. No sé si estará relacionado o no con la Navidad, lo cierto es que lo estrellé contra el suelo con toda la rabia contenida de años, odiosos años, y a pesar de que llevo avisando mucho tiempo con que lo haría nunca imaginé que acabaría pasando de verdad. Me siento culpable, en mi casa no están las cosas como para andar rompiendo teléfonos, además tenía mucho en él: números, mensajes de texto, fotografías..., sí, perdí el control, y eso, la verdad, no creo que sea muy bueno y quizás suponga un paso atrás en mi "restablecimiento", sólo quizás. Lo cierto es que, a pesar de todo, algo así pueda suponer la ruptura con una parte de mi vida, con esa parte de mi vida a la que ciertamente no echo nada de menos, y ahora, por encima de todo, me conviene tener perspectiva. Me estoy acordando de una escena muy buena dentro de Alicia en el Pais de las Maravillas, es una de las conversaciones que Alicia mantiene con el gato de Cheshire, la verdad es que me llena de esperanza:
Minino de Cheshire, ¿podrías decirme, por favor, qué camino debo seguir para salir de aquí? 

-Esto depende en gran parte del sitio al que quieras llegar - dijo el Gato.- 

No me importa mucho el sitio... -dijo Alicia.

-Entonces tampoco importa mucho el camino que tomes - dijo el Gato.

- ... siempre que llegue a alguna parte - añadió Alicia como explicación.- 
¡Oh, siempre llegarás a alguna parte - aseguró el Gato -, si caminas lo suficiente!
No soy bueno con estas cosas, así que os desearé que el nuevo año sea prospero, en mi caso me conformo con que sea tan bueno como este. Un abrazo.

lunes, 29 de octubre de 2012

Historia de una partida...

El tiempo es algo increíble. Cuando pienso en todo lo que ha ocurrido estos últimos años me recorre un sentimiento agridulce, aledaño y lejano, triste y eufórico..., hablar de ello es para mi una tarea del todo épica.

Nuestra historia comienza en mi segundo año de universidad (año 2006). A pesar de que este año no me había ido del todo mal empecé a perder la ilusión por los estudios, bueno,  no sólo por los estudios, también por otras cosas con las que antes solía disfrutar. Pensé que era una etapa, que no duraría mucho, fui a psicólogos, intenté no pensar demasiado en ello, cambiar de ambiente..., pero nada de eso funcionó, en 2007 continuaba cayendo.

Pedí una beca de estudios para ir a Irlanda, pensaba que podría ser mi oportunidad para  cambiar las cosas, que volvería de allí con fuerzas renovadas... me equivocaba. Cada día le pedía al mundo una respuesta, la razón por la que estaba ocurriendo todo esto. Durante 2008 comencé a aislarme, cada salida que hacía se distanciaba más de la anterior, empecé a perder la razón y a comportarme de manera corrosiva. Nunca en la vida había sido agresivo, sin embargo algo se empezó a apoderar de mi, algo malo, como un cáncer que destruía todo lo que un día había sido. Podeís ver AQUÍ el resultado académico de ese año.

Nadie sabe las miles de veces que pude en tan sólo unos meses plantearme el suicidio, perdí la cuenta. Cada día me acostaba con la esperanza de que fuera el último y despertaba en aquel mundo gris y frío. Hasta que un día, finalmente, los pensamientos se convirtieron en hechos y acabé inconsciente en el suelo de mi cuarto, me había intentado estrangular con un cable.

Reuní el valor para decírselo un amigo quien me comentó algo que nunca me había planteado: “eso que te pasa se llama depresión y debe tratarte un médico”. Por supuesto tuve la típica reacción con la que respondería todo el mundo: yo ni estaba loco ni necesitaba un loquero. Entonces me preguntó: “¿vas a dejar que la depresión te gane?”. Apelar a mi orgullo fue todo un acierto, no era algo tan disparatado, lo que fuera que me pasaba había estado apunto de matarme y seguía cada día robándomelo todo: aficiones, ilusiones, sueños, amigos..., todo. No, no estaba loco, pero había un monstruo dentro de mi que me devoraba ferozmente, que me susurraba palabras desmotivadoras, que me alejaba de la realidad, y de la vida.

Cuando fui al médico me dijo que tenían que internarme, que no era seguro para mi volver a casa en esas condiciones. Tras una larguísima media hora de negociación le prometí que me lo tomaría en serio, que sería responsable, pero que tenía que confiar en mi. Recuerdo ese día con total claridad. Nada más salir del centro de salud  me dirigí a la farmacia para empezar con el tratamiento. Fueron semanas muy duras, nadie dijo que aquello fuera fácil. Al principio parece que esas pastillitas no sirven para nada, es más traen consigo efectos secundarios, a veces muy indeseables, que hacen que muchísima gente abandone el tratamiento en las primeras semanas. No fue el caso, continué con él hasta que por fin llego mi cita con el psiquiatra.


Aprendí muchísimo con ella, para empezar que le pasaba a mi humor (ver gráfico arriba). Entendí que el humor es algo cíclico y que es normal tener temporadas buenas y malas, la cuestión provenía en cómo y cuánto podía variar el ánimo en una persona (en mi caso mucho y de manera muy radical). En ese tiempo mejoré muchísimo, tal vez demasiado, no habían llegado al año cuando abandoné el tratamiento, al fin y al cabo estaba estupendamente, o eso creía.

Pronto regresaron los problemas y delirios. Había perdido totalmente las ganas de estudiar. Empecé a tener actitudes provocativas, comportamientos excéntricos..., la otra cara de la moneda comenzaba a asomar. Esta vez el monstruo no era horrible, todo lo contrario, se presentó como mi salvación. Todo lo que por aquel momento hacía parecía estar tocado por la mano de Dios. En 2010 me fui de 'Erasmus' a Portugal como única opción para recuperar el interés por los estudios (algo que tampoco ocurrió). Aunque la experiencia global fue positiva, la actividad constante sin descanso agravó drásticamente mi estado de salud.

Pasé de creer que era un Don Nadie en 2008 a pensar que era una criatura semidivina, al más puro estilo hitleriano. Empecé con el rechazo de toda regla moral, y por la total hostilidad hacia quienes se atrevían a contrariarme. Resultaba del todo genial dedicar casi exclusivamente mi tiempo a la fiesta y los excesos. El monstruo se portaba bien, me había convertido en alguien seductor, alguien electrizante y popular, aquel que podía comerse el mundo, aquel que no necesitaba dormir y aquel que podía ligar siempre que se lo propusiera. A principios de 2011 la situación se hizo insostenible, a esa sensación de superioridad le acompañaron otras de soledad y de desprecio absoluto a la humanidad, lo odiaba todo y a todos... y me odiaba. Después de tanto tiempo volví a temer por mi vida. Al final de curso acabé en urgencias por un brote psicótico.

Regresé a España después de un año y decidí volver al psiquiatra, aunque me costó  bastante. En Febrero de 2012 retomé mi tratamiento y la evolución ha sido increíble: he recuperado mi vida y estoy apunto de acabar la carrera. Entre junio y septiembre he aprobado más asignaturas que en los últimos cuatro años de universidad, y a pesar de que mi ánimo no está todavía del todo bien, empiezo a ver, por fin, el final de este desafortunado viaje. El monstruo llamado trastorno bipolar no ha desaparecido, y seguramente nunca lo haga,  pero yo ya no soy ese chico débil al que podía someter a voluntad sin ningún esfuerzo. Ya no.

Gracias a todos los que un día me apoyásteis, y gracías también a los que día a día estáis a mi lado. Os quiero.

domingo, 17 de junio de 2012

España de charanga...


La España de charanga y pandereta,
cerrado y sacristía,
devota de Frascuelo y de María,
de espíritu burlón y de alma quieta,
ha de tener su mármol y su día,
su infalible mañana y su poeta.

El vano ayer engendrará un mañana
vacío y ¡por ventura! pasajero.
Será un joven lechuzo y tarambana,
un sayón con hechuras de bolero;
a la moda de Francia realista,
un poco al uso de París pagano,
y al estilo de España especialista
en el vicio al alcance de la mano.

Esa España inferior que ora y bosteza,
vieja y tahur, zaragatera y triste;
esa España inferior que ora y embiste
cuando se digna usar de la cabeza,
aún tendrá luengo parto de varones
amantes de sagradas tradiciones
y de sagradas formas y maneras;
florecerán las barbas apostólicas
y otras calvas en otras calaveras
brillarán, venerables y católicas.

El vano ayer engendrará un mañana
vacío y ¡por ventura! pasajero,
la sombra de un lechuzo tarambana,
de un sayón con hechuras de bolero,
el vacuo ayer dará un mañana huero.

Como la náusea de un borracho ahito
de vino malo, un rojo sol corona
de heces turbias las cumbres de granito;
hay un mañana estomagante escrito
en la tarde pragmática y dulzona.

Mas otra España nace,
la España del cincel y de la maza,
con esa eterna juventud que se hace
del pasado macizo de la raza.

Una España implacable y redentora,
España que alborea
con un hacha en la mano vengadora,
España de la rabia y de la idea.
Antonio Machado (1875-1939)

sábado, 26 de mayo de 2012

NaZionalismo

Hoy, y sin que sirva de precedente, voy a echar un cable al españolismo porque me parece deleznable la actitud naZionalista que se viene dando estos últimos años. Si yo voy al Campeonato de España–Copa de Su Majestad el Rey no voy a pedir que toquen el himno nacional de Leshoto; si lo que quiero es manifestar mi malestar por el estado, lo mejor que puedo hacer es, simplemente, no ir (o exigirle a mi club que no participe en dicho acontecimiento deportivo). Es como si un españolista fuera a la Copa Catalunya a protestar porque tocan el himno de Cataluña, faltaría más. Me sorprende lo tontas y malipulables que pueden ser las personas... y mientras tanto otros naZionalizando bancos, eso sí, con administraciones privadas. Sois TONTOS.